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Hacia un Estado distáxico

Símbolo del Estado Español

 

Hacia un Estado distáxico

Hacia un Estado distáxico

Marcekino Lastra

Gustavo Bueno se apropió de un término utilizado por Aristóteles en su Política. Lo reformuló para adaptarlo a su propia Teoría Política; hablamos de eutaxia: el conjunto de planes y programas dirigidos a la pervivencia del Estado a lo largo del tiempo.

Lo opuesto sería la distaxia: los planes y programas cuya finalidad sería el debilitamiento del Estado, el resquebrajamiento del mismo e, incluso, su fractura.

La II Transición borbónica se ha caracterizado por su devenir distáxico. Lo de menos es si fue o no premeditado. Bueno nos recordaba que Sancho lavaba su burro porque estaba sucio; San Agustín lo hacía para mayor gloria de Dios. En cualquier caso, el resultado final era el mismo: El burro quedaba limpio.

La consecuencia de las políticas aplicadas en los últimos 45 años es evidente: Un Estado debilitado, dominado por las pulsiones centrífugas; esto desde un punto de vista meramente material, agravado por una división moral de la comunidad política; entendiendo como moral al conjunto de normas que rigen el comportamiento social. Así, hoy en día se constata cómo una parte de dicha comunidad ve con buenos ojos la existencia de un Estado débil, sin advertir, quizá, las consecuencias para su propia calidad de vida.

La política de la II Restauración ha sido tan confusa que ha logrado que un asunto tan capital como la pervivencia del Estado no haya sido compartido por una importante mayoría de españoles, que no entienden que nuestros derechos están tajantemente condicionados por la solidez de aquél.

De forma incomprensible, un español de Cuenca o de Asturias, por ejemplo, puede llegar a pensar que cualquier reorganización del modelo territorial a una federación asimétrica de sus regiones no le afectará lo más mínimo ni en su pensión, sanidad, educación, etc.

De toda la cadena de decisiones distáxicas, el nombramiento de Miquel Iceta como Ministro de Política Territorial y Función Pública tiene una importancia transcendental. Este parásito de partido, con un C.V. especializado en vivir del resto de los españoles, en tanto militante de una de las formaciones políticas constructoras de la partidocracia existente y, por tanto, financiado para que una legión de indolentes hayan vivido y vivan del sudor de los demás; este parásito de partido se encargará de avanzar todas las casillas posibles hasta finalizar el juego de la secesión encubierta mediante un Estado Federal asimétrico; el gradualismo, el veneno en pequeñas dosis, para que el efecto letal de cada pequeña decisión pase desapercibido.

La primera misión de las autoridades de cualquier Estado es velar por la existencia del mismo y su fortalecimiento: su eutaxia, ya que de las mismas dependerá irremisiblemente la cantidad y calidad de las prestaciones sociales, así como de los derechos de sus nacionales. Las acciones antojadizas, inconsistentes, son distáxicas; ponen en peligro el futuro desarrollo y bienestar de toda la comunidad política residente en aquél.

Que las leyes de un Estado y/o los responsables de legislarlas, imponerlas o interpretarlas, amparen a quienes promueven su distaxia es una sinrazón, catalogada en cualquier parte del mundo, hasta no hace tanto, como delito de traición; la aceptación de esta práctica, un suicidio colectivo que, fuera de toda lógica, una parte importante de la población no acierta a ver o prefiere no hacerlo.

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